Espléndido artículo en el que se relacionan los nuevos conceptos y procesos que nos rodean y que hemos de comprender. No hablemos ya de alfabetización sino de literacía digital. Ese es el reto de las nuevas tecnologías: rentabilizar generando capacidades en nosotros y en quienes forman parte de nuestro trabajo, las nuevas posibilidades que permanentemente están en evolución y cambio, permanentemente mejorando, lo que se dice en beta total.
Nuestra vida en beta perpetua
Ya no basta con saber usar una computadora, buscar una información y/o relacionarnos con amigos en Twitter, LinkedIn o Facebook. Tenemos que acelerar el paso y asimilar que no cuenta tanto lo que se aprende como la capacidad de entender y sacar provecho de lo nuevo que hay en este mundo que cambia tan rápido.
Algunos se preocupan por la ‘alfabetización’ de jóvenes y viejos, pero la palabra ‘alfabetización’ no resulta muy satisfactoria en la medida en la cual las tecnologías de la información y la comunicación precisamente permiten manejar tanto letras del alfabeto tradicional como imágenes y sonidos. Hace falta introducir las nociones de culturas y de prácticas albergadas, de cierta manera, en el concepto anglosajón de literacy que se empieza a traducir con el inescapable neologismo ‘literacía’ en ‘nuevos medios’ o ‘digital’.
Uno de los mayores proponentes del primer término es Henry Jenkins, quien creó el programa New Media Literacies en el Massachussets Institute of Technology (Ver artículo del 29 de octubre del 2007). Define la dimensión cultural como ‘de participación’. Afirma que debe ser enseñada incluso a los jóvenes porque no todos tienen las mismas oportunidades y necesitan aprender a manejar los flujos de información con espíritu crítico.
La apropiación de contenidos digitales y su mezcla creativa con otros, la negociación con múltiples comunidades y la valoración de la credibilidad de las fuentes informativas son algunas de las habilidades claves que debemos desarrollar.
La ‘literacía digital’, por su lado, parte del manejo y la comprensión de las tecnologías de la información y la comunicación en general.
Microsoft la define como “el manejo de los elementos fundamentales de la computación”. Educause, una asociación de educadores interesados en la tecnología, insiste sobre la dimensión visual, la capacidad de poder ‘enfrentar la complejidad’ y de discriminar entre las informaciones que se encuentra on-line.
Para Wikipedia, “la literacía digital es la capacidad de encontrar, organizar, entender, evaluar y crear información gracias al uso de la tecnología digital”. Implica el manejo de todo tipo de programas y de máquinas que van desde una computadora hasta los teléfonos móviles de más avanzada tecnología, para solo mencionar los más conocidos.
Por obvios y útiles que sean (y me aterra el número de gente que no lo entiende, inclusive entre los jóvenes), ninguno de estos conceptos es suficiente. Siguen atrapados en la noción de que la enseñanza es más asunto de contenido que de proceso. El artículo de Wikipedia, por ejemplo, insiste sobre la noción de ‘certificación’ de la literacía de las personas.
Confrontados a una necesidad que va más allá que la enseñanza formal, debemos concebir nuestras propias vidas como un proceso de aprendizaje continuo, ininterrumpido, en las cuales el conocimiento se parece más a una red multidimensional de flujos que a un libro que se puede agarrar, leer, conocer y, eventualmente, botar o quemar.
La web de hoy, en la cual tantos programas se quedan en versión beta por tiempos indefinidos, nos ofrece una útil metáfora. Cada vez más las empresas ponen a nuestra disposición programas inacabados que se van afinando con la participación de todos. Las funcionalidades no son dadas de una vez para siempre. Fluctúan.
Así son nuestras vidas en este mundo en el cual las TIC ocupan un lugar cada vez más importante. No se puede ‘saber’. No sirve de nada ‘aprender cosas’. Lo que conocemos nunca es suficiente ni está totalmente al día. Las cosas y la gente que nos rodean cambian tanto de manera tan rápida que nuestra propia existencia está en constante flujo y así debemos aprender a llevarla como si fuera ‘una vida en beta perpetua’.
Vivir la vida ‘en beta perpetua’ implica aprender a aprender, cambiar con el cambio (cuando no se puede anticiparlo o contribuir a la emergencia de nuevas tecnologías y de nuevos usos), crear y contribuir a por lo menos tres niveles claves: 1) el individuo en red, sus relaciones con los grupos escogidos o forzados a los cuales está conectado y el manejo de sus relaciones sociales (identidad, reputación, etc.); 2) las actividades profesionales con un ojo sobre los cambios inevitables y una visión amplia para preparar transiciones y evitar saltos dolorosos; 3) el espacio social y colectivo en el cual hace falta saber cuidar su privacidad de los ataques de ‘Big Brother’ y de sus hermanas, las grandes empresas privadas, así como relacionarse con otros para lanzar movimientos creativos y/o de protesta, a favor de causas o en contra de abusos para sacar todo el provecho que se puede de la oportunidad que brindan las TIC de organizarse sin organización.
LINKS
Henry Jenkins
http://www.projectnml.org
Proyecto New Media Literacies
http://newmedialiteracies.org
Curso de literacía digital de Microsoft
http://www.microsoft.com
Literacía digital según Educause
http://www.educause.edu
Por Francis Pisani en El universo
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