Siempre hemos apostado por la reflexión como impulsora de toda renovación e innovación. Con los 10 puntos que nos aporta José Luis Damián podremos crecer y discutir un montón. ¿Serás capaz de estar de acuerdo con todos?
Nuestro sistema educativo actual está trabado desde hace años. No hemos sabido adaptar la manera en que educamos a nuestros jóvenes para que esta misma educación responda de la mejor manera posible a los retos que la sociedad presenta hoy.
Seguimos utilizando los mismo viejos métodos que alguna vez tuvieron éxito, pero que hoy ya son plenamente obsoletos.
Independientemente de lo mucho que se pude aprender en nuestros centros de educación, me parece que el error está en lo que estámos omitiendo en enseñar. Existen lecciones que por su importancia en la vida no debería de dejarse de lado.
A continuación me permito presentar 10 lecciones fundamentales que no aprendiste en la escuela y que debiste hacerlo en orden de poder desarrollar a plenitud tu mejor potencial.
1.- Equivócate. Nuestro sistema escolar remunera el acierto y solo el acierto. El error es visto como un fracaso que resta puntos del total. Lo que se nos pide en la escuela para pasar una materia es no equivocarnos y entregar una hoja de papel llamada "examen" que demuestre que hemos contestado correctamente a un determinado número de preguntas. Resultado: el alumno aprende que equivocarse es malo. ¡Nada más falso! No intentar es lo único que debe ser castigado. El éxito está diseñado para los que intentan y se equivocan mucho, no para quienes contestan bien a la primera.
2.- Aprende a aprender. Todas las escuelas supuestamente tienen este principio como eje rector, o al menos eso promocionan en sus folletos publicitarios, pero pocas son las que verdaderamente entienden lo que esto significa. Si en verdad la escuelas te están enseñando a aprender ¿Por que te piden que te presentes a un examen con toda la información memorizada en tu cabeza? Eso no es aprender. Una escuela que te enseña a aprender te motiva para que descubras la verdad por ti mismo. Te propone un objetivo (un reto) y te enseña a ir descubriendo por ti mismo el camino para lograr dicha meta.
3.- Las matemáticas no son la métrica de todo. ¡Las matemáticas son hermosas! Pero no pueden resolverlo y explicarlo todo. Este ha sido uno de los más gradnes errores de nuestro sistema educativo, enseñar que todo puede y debe de ser cuantificado en orden de poder ser entendido y mejorado. ¿Que me dicen del amor? ¿Qué me dicen del sentido de trascendencia? ¿O acaso podemos medir el nivel de ética y justicia de una persona usando la estadística? No. Hay cosas que incluso son mas importantes que todo aquello que puede ser cuantificado. ¡Más arte y menos números por favor!
4.- Copiar es bueno. ¡Eh aquí otro paradigma que debemos de romper! ¿Por qué prohibimos que los alumnos colaboren entre ellos para encontrar una respuesta? ¿En la vida profesional esto no es lo mejor cierto? ¿Acaso un director premia al empleado que guarda para sí la información relevante de la empresa? ¡Desde luego que no! No hay peor cultura que la que no se comparte. Por eso el Método del Reto funciona, por que fomenta la construcción de soluciones en equipo por sobre el logro plenamente individual.
5.- Asistir a la escuela NO es un seguro para el éxito. El mundo está plagado de casos de personas que alcanzaron sus metas y transformaron al mundo sin siquiera haber puesto un pie en la universidad o en la preparatoria. No se olviden, por ejemplo, que Bill Gates, fundador de Microsoft, se dio de baja de la Universidad de Harvard, o que Steve Jobs, CEO de Apple, decidió no imponerle a sus padres la carga económica de pagar por una educación que bien podía él buscar por sus propios medios.
6.- Profesión no es lo mismo que Vocación. ¡Por favor, que alguien les explique esto a los jóvenes antes de ingresar a al Universidad! Mientras que la profesión se elige, la vocación se descubre. La vocación no es algo que uno pueda ir a aprender a una institución educativa durante 3 o 4 años. Esta es un llamado personal que solo se escucha con la debida atención. En lo personal, haber descubierto esto, significó un parteaguas en mi forma de concebir mi propia vida.
7.- Los profesores SON la escuela. No son las instalaciones, no es el nivel académico demostrable, no es tener el mejor laboratorio de ciencias, no es eso lo que hace a una escuela sobresaliente. Son los profesores y su excelencia lo que cuenta. Son las personas y no los fierros y los tabiques los que te transforman en una mejor persona. Todos recordamos a algún profesor que por su forma de ser, no por lo que enseñaba, nos orientó para bien.
8.- Lo único que no se pude dejar de formar es el CARACTER. Esto es de lo más importante. Puede ser que no te hayan enseñado de la mejor manera posible cómo se conforma un átomo, o tal vez te pasó de largo el aprendizaje de la tabla periódica, pero lo que tu escuela siempre debió de procurar contra viento y marea es que aprendieras a dominarte a ti mismo. En este sentido la disciplina tiene mucho que ver. Una escuela que te dejó solo ante los embates de tu propia debilidad, te defraudó completamente.
9.- Tus papás te educan más de lo que te educa la escuela. Esto no te lo dicen, pero siempre ha sido así. Una escuela que deja fuera del circulo formativo a los padres de familia está creando un hueco imposible de rellenar. En este sentido las escuela deberían de serlo también para padres y no solo para hijos. Mejores padres da como consecuencia mejores hijos. La formación de un ser humano integral, no es exclusiva de un colegio o de un maestro.
10.- Lo más importante es creer y luego hacer. El auto estima de un jóven debería de ser prioridad en nuestras escuelas. Cientos de colegios se lavan las manos por no saber cómo tratar el tema de un chico que es humillado por sus compañeros de clase (Bulling). Por mucha edución intelectual que le quieras proponer a una persona, si esta no es capaz primero de creer en ella misma, de nada servirá. El primer paso para alcanzar el éxito es, de hecho, creer que lo puedes alcanzar. Una vez que lo crees, entonces puedes proceder a intentar alcanzarlo.
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